Editorial: La Autocensura Previa

Con el pasar de los días, sigo insistiendo en que casos como el mío no deben quedar impunes, y que los casos deben reabrirse para analizar por “otros ojos” la verdad y la aplicación correcta de una justicia responsable no polarizada y sin compromisos.

Al escribir mis artículos y editoriales, escojo los temas y combino lo cotidiano y lo que me interesa de modo personal. El límite me lo pongo al no escribir sobre temáticas alrededor de las cuales no tengo datos y no me siento suficientemente informado. Mi límite siempre será la privacidad de las personas. No encuentro ningún tema sobre el que no escribiría, como no ser aquel del cual mis conocimientos son menos que nada o simple y llanamente no les concedo ninguna importancia. Así mismo me detengo cuando no hay argumentos que puedan sostener la crítica que puedo hacer. Pero de la misma manera, cuando hay buenos argumentos, no hay límites a la crítica.

Siempre he tenido cuidado de no calumniar ni ofender y tener una ética permanentemente. Jamás se ha ofendido a nadie. Analizo técnicamente gestiones, modelos de gerenciamiento y gobierno y genero alternativas y soluciones como corolarios. A eso llamo, “crítica propositiva”, que es un nuevo modelo de hacer opinión con altura, conocimiento y técnica.

¿Qué daño puede hacer un análisis técnico con argumentos comprobables, un editorial o una columna a la semana, un sondeo o encuesta para conocer la expresión de la gente?

Una cosa es analizar técnicamente un modelo de gestión, pero otra emitir juicios de valor sobre alguien, para lo cual se necesitan pruebas, que no caigan en la subjetividad sino que sean  verificables. Y lo segundo, no se ha dado. En la parte legal, la verdad es todo aquello que se pueda probar. Pruébenlo y compruébenlo...

Llevo 3 años como articulista y editorialista de mi propia página y ahora siento una pistola en la cabeza, frente a lo que pudiera ocurrir si escribo algo que sea visto como una amenaza. Eso al parecer y en otras palabras se llama “restricción de libertades”.

Es posible que inconscientemente eso me haya llevado a “autocensurarme” debido a las consecuencias de los cuestionamientos a mí realizados y las sanciones injustas interpuestas lo cual ha generado a la vez un freno en mi frecuencia de escribir.

Ahora ya existe un efecto “autocensura” entre buena parte de la gente que hacía opinión o entre los que quieren hacerla pero que por temor tienen una “bomba” en su teclado, un “candado” en la boca y una “granada” en el pensamiento. Eso se da en los periódicos, y ahora por acá también. Nos cuidamos más de lo que decimos, de las palabras, de no abordar ciertos temas o hacerlo tal vez de una forma más superficial, para evitar caer en cuestiones comprometedoras. Busco temas de interés para la gente y trato de variar un poco, pues, la coyuntura política se siente inmiscuida y ahora te persigue…

Todos nos preguntamos quién será el siguiente ‘Carlos Olmedo’. Existe el temor de recibir la censura direccionada, o que en las ‘protocolarias’ se nos acuse de cualquier cosa (sin pruebas), que se nos persiga a través de diferentes mecanismos.

Varios de los temas que he tocado sobre la coyuntura política no han sido objeto de respuesta, ni a través de cartas, ni tampoco por correos electrónicos. Pero si por medios discriminantes y sancionatorios.

Muchas de las personas que dicen sentirse afectadas, se expresan “en el pasillo”, no plantean un debate propiamente sino que generalmente evidencian una polarización muy fuerte, sin dejar espacios para la opinión abierta.

¿Autocensura? Más bien una estrategia distinta para mantener el tono crítico y polémico frente a una instancia arbitraria e intolerante. La crítica tiene múltiples recursos para eludir las amenazas de quienes se sienten hoy poderosos, dueños de la verdad y propietarios del cambio.

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